La ficción y el tabaquismo en la adolescencia

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A día de hoy, son muchas las plataformas de cine y series online que advierten a los espectadores de si las imágenes que van a ver contienen contenidos no aptos para una determinada edad. De esta manera se pretende poner sobre aviso de ciertos contenidos no muy saludables psicológicamente o físicamente. Uno de las advertencias más extendidas es del consumo de tabaco.

El tabaco según la OMS supone más de 7 millones de muertes al año en el mundo. De ellos al menos 890 mil están expuestos al humo ajeno (1). Y la tragedia es aún mayor en países con bajos recursos. Las campañas de protección del ciudadano como estas en las plataformas online son un aliciente para construir una sociedad más saludable. La representación de modos de vida poco saludables es una tarea de cualquier creador pero poner sobreaviso a un público menor o en periodos de formación de su carácter ayuda a acabar con la lacra del tabaco.

Los jóvenes se encuentran en una sociedad hiperestimulada por la publicidad y en ocasiones por patrones de conducta que afectan a su salud. Para ellos y ellas fumar supone autoridad, libertad y reafirmación personal. Adolescencia es deficiente autocontrol, rebeldía, conductas impetuosas, estilos comunicativos, hábitos irreflexivos y comportamientos que pueden generar problemas. La búsqueda de autonomía y consolidación de la identidad son cruciales, los que serán favorecidos o no por la familia, la escuela, el grupo de amigos y la comunidad. No hay percepción del riesgo, lo que induce al consumo de sustancias, entre estas, el tabaco. Juegan un rol importante la curiosidad, imitar a otros, seguir la moda, buscar placer, aumentar la confianza, o aliviar la ansiedad. (1)

 

No todo el problema radica en su parte conductual

Si bien las historias ayudan a modelar patrones sociales y visibilizan estilos de vida (entre ellos un mundo con o sin tabaco), no hay que dejar de lado que el cigarrillo contiene más de 4000 productos químicos nocivos. El ejemplo que reciben los jóvenes desde temprana edad por parte de adultos y otros compañeros suyos condiciona las decisiones que van a tomar. Pueden existir hábitos que estén de moda que sean perjudiciales pero es que el tabaco funciona como una adicción en sí misma que no necesitaría de la presión social para crear adición.

La nicotina aumenta el potencial para su abuso al activar los circuitos que regulan los centros del placer conocidos como circuitos de gratificación. El neurotransmisor dopamina aumenta, lo mismo que con otras drogas de abuso, y es la causa de las sensaciones placenteras que experimentan los que fuman. Los efectos agudos de la nicotina se disipan rápidamente, por lo que los fumadores continúan “dosificándosela” repetidamente para mantener la sensación placentera, y evitar el síndrome de abstinencia. Este está dado por irritabilidad, ansiedad, deseos vehementes por la droga (craving), déficit cognitivo, trastornos del sueño y del apetito, impaciencia e intranquilidad, que comienzan pocas horas después de haber dejado de fumar, obligando a la persona a volver a hacerlo. (1)

Recuerda que no estás solo para empezar a dejar de fumar. Cuentas con la ayuda de los que te rodean y también con profesionales sanitarios. De hecho, una de sus prioridades cuando acudes a una consulta sanitaria es ayudarte a quitar este vicio de tu vida. Acude a ellos y te podrán ofrecer tratamiento.

 

 

(1) Tabaquismo en la infancia y la adolescencia: una adicción, un reto. María de la Concepción Galiano Ramírez. Revista Cubana de Pediatría. Disponible en: http://www.revpediatria.sld.cu/index.php/ped/article/view/368/148 Fecha último acceso: 4 marzo 2021