El tabaco es una adicción muy nociva y su consumo es perjudicial para la salud, no solo para la de los fumadores, sino también para la salud de la gente que está a su alrededor -fumadores pasivos -.
El consumo de tabaco puede favorecer la aparición de enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), neumonía, cáncer y otras enfermedades respiratorias.
Las sustancias que se encuentran en el tabaco son el principal causante del cáncer de pulmón, boca, laringe, faringe, lengua, esófago, vejiga, riñón y páncreas. Un fumador tiene mayor probabilidad de desarrollar estas enfermedades que un no fumador.
Los pulmones, los grandes perjudicados
Las sustancias contenidas en el tabaco se depositan en los pulmones cuando el fumador las inhala. El cáncer de pulmón se diagnostica, en la mayoría de los casos, realizando pruebas para detectar otras enfermedades porque “el pulmón no duele”. En fases iniciales los síntomas pasan inadvertidos. Fumar es el mayor factor de riesgo para padecer cáncer de pulmón pero si se deja de fumar, el riesgo de padecer este tipo de cáncer se iguala al de los no fumadores pasados 15 años sin tabaco.
El estómago y la pérdida de peso
El consumo de tabaco eleva la probabilidad de sufrir cáncer de estómago, sobre todo los relacionados con la zona superior cercana al esófago. A menudo, los síntomas que hacen pensar en la posibilidad de tener un cáncer de estómago son inexistentes; sin embargo, la mayoría comienza con un dolor abdominal agudo y disminución del peso. Fumar duplica también la probabilidad de padecer cáncer de esófago.
Enfermedades del hígado
El hígado se inflama debido a los efectos nocivos del humo, disminuyendo su función de eliminar sustancias tóxicas. Por este motivo, el tabaco agrava las enfermedades del hígado graso. Las personas que dejan de fumar disminuyen la probabilidad de padecer cáncer de hígado, aunque nunca se equipararán a los que nunca han fumado.
La boca, puerta de entrada de sustancias
Las sustancias del tabaco se depositan ineludiblemente en la boca, no solo amarilleando los dientes o produciendo ese olor bucal tan característico, sino también dañando sus glándulas. Tanto el consumo del tabaco, como el de alcohol son los mayores factores de riesgo de padecer un cáncer de la cavidad bucal o de la faringe.
BIBLIOGRAFÍA:
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